Filipenses 4:
(Paráfrasis utilizando los términos del texto original)
6 Por nada te preocupes, ni tengas cuidado ni interés en resolverlo; por el contrario, en cualquier situación y por cualquier cosa, adora a Dios, pídele y ruégale con un lenguaje y una actitud de gratitud, dándole a conocer a Dios tu situación, tus necesidades, tus peticiones.
7 Y la paz y la prosperidad de Dios que sobresale y está por encima en toda excelencia a cualquier pensamiento, sentimiento o voluntad humana, montará guardia como un centinela a tu corazón, tus pensamientos, tus sentimientos, tus propósitos y tus planes dándote descanso y reposo en Cristo Jesús.
En nuestro afán por resolver los problemas “tan grandes” que día a día se nos presentan y que sentimos que son como una gran montaña entre nuestras metas y nosotros, nos olvidamos de lo más importante, de cumplir el propósito para el cual fuimos creados: Alabar la Gloria de Su Gracia.
Y no hemos entendido que en la medida que desgastemos nuestro tiempo y nuestra atención en lo que se ve, lo cual es temporal, dejamos de atender y dedicarle tiempo con toda mi alma, mis fuerzas y mi mente a lo que no se ve: Su Amor, Su Presencia, Su Misericordia, Su Gracia, Su Ternura.
Lo anterior es tan real que en ocasiones atribuimos a Dios características totalmente ajenas a SU ESCENCIA.
Y llegamos a pensar que Dios es injusto, que no responde, que tarda, que se ha olvidado de nosotros. Cuando Dios lo que quiere mostrarnos precisamente en esos momentos es: Su Amor, Su Poder, Su Paciencia, Su Misericordia, Su Gracia, Su Sanidad, Su Provisión, Su Restauración.
La clave para lograr ver a Dios en esos momentos está en no permitir que otra persona o circunstancia acapare nuestra atención, nuestro tiempo, nuestros recursos, nuestra energía, nuestra provisión.
He aquí algunos pasos para ver la Paz de Dios guardando mi entendimiento.
- No intentes resolverlo: por lo menos no ahora, en cuanto sucede, es la primera reacción que tenemos la de acudir a nuestro propio yo, a nuestro dios, hacia nuestros recursos, capacidades, fortalezas.
Al no poder hacerlo, nos comenzamos a preocupar, a desgastar, a desvelarnos, a ponernos nerviosos, temblorosos, intranquilos, impacientes, el sueño se nos va, le perdemos el sabor a los momentos hermosos de la vida. Llegamos a tal grado que conmovemos los cimientos de nuestra fe, creyendo que Dios se ha olvidado de nosotros.
Y todo lo anterior se deriva del hecho de querer lograr nuestros proyectos nuestros anhelos, nuestras intenciones, nuestras aspiraciones, nuestras ambiciones a pesar de todo.
¿Que es lo que ambicionas tener?
¿Has diseñado planes y no los estas alcanzando?
¿Tus proyectos no son firmes?
¿Tus anhelos, la manera en que a ti te gustaría que sucedieran las cosas, están lejos de ser así?
¿Tus planes no están alineados a la voluntad de Dios para tu vida, a Su Palabra?
¿Pones demasiado cuidado y atención en todo esto?
Si es así, el enemigo, el afán, está a la puerta, pero tú (si así lo quieres) lo sujetarás, ¿Cómo?...:
- Adora a Dios: Adorar es sinónimo de postrarse, quiere decir también amar en extremo.
Cuando en una situación así, de tanta preocupación y estrés, decidimos Amar en extremo a Dios, por encima de mis posibilidades, de mis limitaciones o de mis recursos, entonces estamos comenzando a caminar hacia una verdadera solución.
Hay coronas que nos hemos puesto en la cabeza, estableciéndonos como reyes; cuando reconocemos que solos no podemos y que ese problema “tan grande y difícil de resolver” en manos de Dios tiene solución y tiene propósito, es en ese momento que comienzan a suceder cambios en nuestras vidas y en nuestra actitud, pero son cambios al estilo de Jesús: Primero el interior y después el exterior.
Al adorar a Dios, dejamos de vernos a nosotros mismos y a nuestra condición / circunstancias y comenzamos a mirar a Dios.
Lo mismo le sucedió a Pedro: Pedro le pide a Jesucristo que si es El, que mande que camine sobre las aguas hacia El, cuando Jesucristo lo llamó para que fuera hacia El, caminando sobre el mar Pedro por un momento estuvo mirando a Jesucristo fijamente, pero fue hasta que comenzó a ver el mar embravecido, la tempestad, que Pedro comenzó a hundirse.
Y así sucede con la gran mayoría de los hijos de Dios, comenzamos a caminar hacia El, puestos los ojos en Jesucristo y experimentamos seguridad, estabilidad, pareciera que nada puede detenernos por más fuertes y grandes que sean esos problemas, pero llegado el momento de la prueba, hay muchos que dejamos de ver a Jesucristo y queremos entender las situaciones al nivel de nuestro intelecto y nuestra experiencia o sensaciones; nos creemos autosuficientes y consideramos innecesario la disciplina, catalogándola de legalismo o religiosidad.
La Palabra está llena de textos y experiencias en donde vemos la clara necesidad de estar leyendo Su Palabra, meditando en ella y aplicándola, ¿Cuándo?, pues en el momento de la prueba, es ahí donde se manifiestan y se dan a conocer los verdaderos adoradores, los que adoran al Padre en espíritu y verdad.
Juan capítulo 1 nos habla acerca del Verbo Encarnado, de la Palabra encarnada, hablando de Jesucristo, entonces Jesucristo es la Palabra, y cuando la Palabra de Dios se mueve, cumple propósitos, pero es hacia la Palabra que tenemos que enfocar nuestra mirada, para conocer que es lo que nuestro Abba, Papá nos quiere decir.
El mismo Jesucristo, conocía la Palabra, no por ser Dios, sino porque era parte de Su Vida aquí en la tierra, era considerado como Rabí /Maestro por los mismos Fariseos.
Jesucristo nos dio ejemplo de disciplina, ya que día con día se apartaba al monte a orar, a buscar la presencia de Dios.
Jesucristo nos dio ejemplo de cómo afrontar las tentaciones: “…El respondió y le dijo (a satanás) escrito está.”
Con la Palabra, Tiempo de oración, de adoración, de búsqueda de consuelo, de dirección, de reconocimiento de la Majestad de Dios.
Aún horas antes de ser entregado por Judas, Jesucristo estaba pasando tiempo con Papá, teniendo comunicación con El, desahogándose con El, fortaleciéndose.
3.- Pídele y ruégale con un lenguaje y una actitud de gratitud, dándole a conocer a Dios tu situación, tus necesidades, tus peticiones.
4.- La paz y la prosperidad de Dios que sobresale y está por encima en toda excelencia a cualquier pensamiento, sentimiento o voluntad humana, montará guardia como un centinela a tu corazón, tus pensamientos, tus sentimientos, tus propósitos y tus planes dándote descanso y reposo en Cristo Jesús.
Recordemos que cuando la Palabra habla de prosperidad no solo habla de dinero, de riqueza económica, de hecho en 1 de Juan dice: “Amado yo deseo que tu seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud así como prospera tu alma”
La Paz y la Prosperidad de Dios hacia nosotros es perfecta, es grata, es productiva, es cargada de misericordia y gracia.
Está por encima de mi entendimiento, de aquello que yo pudiera considerar como lo mejor; nada estará por encima de esa paz y esa prosperidad y dado que no viene de mi, sino de Dios, de Papa, pues no cabe en mi cabeza, en mi mente ni en mi corazón; mis propósitos son finitos, limitados; los de Dios no tienen límite, el límite lo pongo de acuerdo a mis experiencias, regularmente experiencias de fracaso.
David declara en el Salmo 136, “Porque para siempre es su misericordia”, recordando cada etapa de la vida del pueblo en el desierto en que Dios a pesar de la necedad del pueblo, de la duda, de la murmuración, Dios se manifestaba en misericordia.
La misericordia es la cualidad de un padre que no puede destruir a sus hijos.
La Paz y la Prosperidad de Dios acamparán alrededor de mí, de mi corazón, de mi voluntad, de mis propósitos y de mis planes, porque El me ama, y porque me ama, me dará descanso, reposo, refrigerio, en Cristo Jesús, ubicándome en mi nueva identidad de hijo, de coheredero.
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